
Las estatuas jizō
Qué es una estatua Jizō
Las estatuas Jizō son una representación de Jizō Bosatsu (Kshitigarbha Bodhisattva en sánscrito), una deidad budista india que goza de gran popularidad en Japón. Kshitigarbha significa “útero de la tierra”. A través de los kanji se hizo una traducción libre al japonés, creando la palabra 地蔵 (Jizō, 地, “tierra”, 蔵, “almacén”).
Por otro lado, Bosatsu (菩薩) es un término propio del budismo que alude a alguien encaminado hacia la budeidad, que intenta llegar a la iluminación. A la vez que es el nombre del tercer buda de más alto rango después de Nyorai (如来) y el propio Buda.
Como bien indica su nombre, Jizō Bosatsu, como la madre tierra, es un buda que acoge, cuida y protege, con gran misericordia por todos los seres.
Jizō aparece generalmente como una figura de cabeza afeitada que lleva una estola de sacerdote budista o bonzo, con un bastón de hojalata llamado shajujō (錫杖) en la mano derecha y una bola llamada hōju (宝珠) en la mano izquierda.
En el budismo se cree que Jizō lleva salvando a la humanidad durante quinientos sesenta y siete millones de años en los que no se ha encarnado ninguna budeidad (entre la muerte de Buda y el surgimiento que está por venir, el Miroku Bosatsu o Bodhisattva Maitreya).
Las estatuas Jizō, protectoras de los niños y de los viajeros
Jizō salva y alivia a las personas de diversos tipos de sufrimiento, para ello se convierte en diferentes figuras o formas. Una de sus representaciones más famosas es el conjunto de estatuas de seis Jizō. En la creencia budista, todas las personas van repitiendo el ciclo de nacimiento, vida, muerte y reencarnación sufriendo atrapadas en uno de los “seis reinos del samsara, renacimiento o existencia (六道)”. Cada estatua de Jizō de este famoso conjunto representa uno de estos seis reinos, y salva a la humanidad atrapada en ellos.
Además, también es el salvador de los niños no nacidos, que terminaron atrapados en el limbo. Las estatuas Jizō suelen llevar un gorro de ganchillo y un babero de color rojo, que representa a un niño no llegó a nacer. Los padres del niño fallecido preparan estas prendas y piden a Jizō que cuide a su hijo/a en el más allá. La gente apila rocas cerca de los Jizō con la esperanza de que la dura experiencia en el más allá de los niños no nacidos se reduzca.
Con un sentido más positivo, Jizō también es protector de la maternidad y de los alumbramientos felices.
En Japón Jizō es popular debido a su papel como protector de los niños. Sus estatuas a menudo son monas, de aspecto simpático y aparecen en gran número en los templos, cementerios y santuarios japoneses, e incluso en las esquinas de las calles o en áreas forestales.
Hoy en día también se considera a Jizō como protector de los viajeros. A causa del sincretismo religioso se acabó mezclando la deidad sintoísta protectora de los viajeros (Dōsojin, 道祖神) con Jizō, que también ha cogido este papel.
